martes, octubre 26, 2010

La chica (que no era yo) que se metía peces por el coño

Desde los años de la facultad de Bellas Artes, me viene  persiguiendo un rumor absurdo, que he tenido que desmentir cientos de veces. Bueno, en realidad, me persiguen decenas de rumores absurdos y delirantes, pero no tanto y tan molestos como el que afirma que me introduje peces por la vagina en el transcurso de una performance (¿?). La autoría de esta acción, que en realidad sí que tuvo lugar pero sin mi participación, pertenece a una chica que se hacía llamar Marta Residua, también protagonista singular de un par de performances más relacionados con la menstruación y la enfermedad que a su vez me fueron atribuidos igualmente. No entiendo el por qué, ya que ni siquiera nos parecíamos físicamente.
Creo que nunca le caí bien a Marta, y que había cierta enemistad soterrada, aunque para nada era recíproca. Esta fue su pequeña venganza, sin saberlo ella: cargarme el muerto.
Como sucede con todas las leyendas urbanas, los detalles varían según el interlocutor, y en lugar de pescado, se habla de huesos, trozos de pollo u ojos de animales. También con el asunto de Ricky Martin, el perro y la mermelada, hay dudas entre si fue paté, compota de fresa, o si el perro era un pastor alemán, un labrador o un chihuahua.
Pero yo no soy nadie importante.
El caso es que ¿si tanta gente afirma haberlo visto, por qué no hay testimonio gráfico? Pues porque nunca tuvo lugar. Sí que hay un vídeo, pero en el que aparece ella, vestida únicamente con una sábana que le tapa la mitad del cuerpo. Reconozco que mis primeros performances eran bastante extravagantes, y algunos incluían pequeñas autolesiones, aunque para explicar todo esto necesitaría escribir un libro.
Pero la vagina siempre me ha resultado un órgano-víscera demasiado sagrado como para exhibirla de un modo tan gratuito y someterla a juicio público, dejándola manosear, y poniendo en riesgo su salud.
Aún así, y aclarado todo esto, reivindico el derecho a que cada una haga lo que le salga del coño, y se meta en él lo que considere oportuno, pero sin implicar a otros coños más recatados que no se meten con nadie, manchando su reputación con habladurías malsanas.
 Los coños también tienen honor, dignidad. Los coños tienen sentimientos, los coños ríen, gozan, sufren, lloran, sangran..., tienen cierta autonomía.
Por último, parafraseando a Bambino, sólo añadiré que "mi coño es mío y no lo entrego así a cualquiera, mi coño es mío y se lo brindo a quién yo quiera".
Los peces, que sigan bebiendo en el río.

5 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alejandro dijo...

Esto es España, ya sabes cuanto nos gusta meternos en coño ajeno. Deberías hacer chapas con tus dibujos, coño incluso con algunas de tus fotos.

Lubna Horizontal dijo...

Nenaaa, yo lo de los peces lo vi a una tía de Berlín, ya no me acuerdo de su nombre, pero sí es cierto que alguien me contó alguna vez (creo que en Madrid) que tú también lo has hecho. Por supuesto, de inmediato me puse a buscar testimonio gráfico de aquello proeza pero como bien dices, no lo encontré...

Yo ya sabes lo que hago con mi coño sobre el escenario, lo saco de paseo como si fuera mi cuerpo un circo ambulante y mi planta carnívora el número estrella, el número del monstruo. No obstante nunca muestro mi ternura ni mi corazón, ni tampoco mi amor. En mi caso la letra de Bambino se podría dejar tal como él la cantaba.

Besos,
Diana

PD: me comentan que ese libro ya está escrito.

ana elena pena dijo...

En efecto, Diana,no conozco coño más guerrillero que el tuyo, pero el mío es de pitiminí (como oyes!! :() jajajaja. A ver si me pasas el vídeo de lo de la chica de Berlín, tengo curiosidad.... ¡¡¡¡¡

PintoPintoGorgorito dijo...

¿SABES QUE TE DIGO, DESPUES DE LEER EL ARTICULO?

QUE OLE TU COÑO!!!
UN BESO.