Vamos a fingir estar alegres todo el tiempo.
Mostrándonos satisfechas,
impasibles y de hermosura relajada,
como antiguas bellezas de postal.
Vamos a pretender
que nunca nos partieron el corazón
y que la muerte jamás nos rozó con sus dedos fríos.
Simulemos
que nunca nos menospreciaron ni nos dijeron eso de:
“tú no sirves”,
“no sigas intentándolo”
“mejor calla”,
“confórmate”.
Retengamos los quejidos,
los gritos, el descontento y las lágrimas por siempre,
que no se diga que somos flojas, groseras, desagradecidas o ilusas.
No permitamos entrar en casa a la pesadumbre,
la rabia y la pena.
Vamos a jugar a creernos resignadas y mansas
dibujando con trazo firme una sonrisa amable en los labios, imperturbables ante la injusticia
y atentas a los deseos e imperativos ajenos...
¡A ver quién revienta antes!
Mostrándonos satisfechas,
impasibles y de hermosura relajada,
como antiguas bellezas de postal.
Vamos a pretender
que nunca nos partieron el corazón
y que la muerte jamás nos rozó con sus dedos fríos.
Simulemos
que nunca nos menospreciaron ni nos dijeron eso de:
“tú no sirves”,
“no sigas intentándolo”
“mejor calla”,
“confórmate”.
Retengamos los quejidos,
los gritos, el descontento y las lágrimas por siempre,
que no se diga que somos flojas, groseras, desagradecidas o ilusas.
No permitamos entrar en casa a la pesadumbre,
la rabia y la pena.
Vamos a jugar a creernos resignadas y mansas
dibujando con trazo firme una sonrisa amable en los labios, imperturbables ante la injusticia
y atentas a los deseos e imperativos ajenos...
¡A ver quién revienta antes!