Creo que nunca le caí bien a Marta, y que había cierta enemistad soterrada, aunque para nada era recíproca. Esta fue su pequeña venganza, sin saberlo ella: cargarme el muerto.
Como sucede con todas las leyendas urbanas, los detalles varían según el interlocutor, y en lugar de pescado, se habla de huesos, trozos de pollo u ojos de animales. También con el asunto de Ricky Martin, el perro y la mermelada, hay dudas entre si fue paté, compota de fresa, o si el perro era un pastor alemán, un labrador o un chihuahua.
Pero yo no soy nadie importante.
El caso es que ¿si tanta gente afirma haberlo visto, por qué no hay testimonio gráfico? Pues porque nunca tuvo lugar. Sí que hay un vídeo, pero en el que aparece ella, vestida únicamente con una sábana que le tapa la mitad del cuerpo. Reconozco que mis primeros performances eran bastante extravagantes, y algunos incluían pequeñas autolesiones, aunque para explicar todo esto necesitaría escribir un libro.
Pero la vagina siempre me ha resultado un órgano-víscera demasiado sagrado como para exhibirla de un modo tan gratuito y someterla a juicio público, dejándola manosear, y poniendo en riesgo su salud.
Aún así, y aclarado todo esto, reivindico el derecho a que cada una haga lo que le salga del coño, y se meta en él lo que considere oportuno, pero sin implicar a otros coños más recatados que no se meten con nadie, manchando su reputación con habladurías malsanas.
Los coños también tienen honor, dignidad. Los coños tienen sentimientos, los coños ríen, gozan, sufren, lloran, sangran..., tienen cierta autonomía.
Por último, parafraseando a Bambino, sólo añadiré que "mi coño es mío y no lo entrego así a cualquiera, mi coño es mío y se lo brindo a quién yo quiera".
Los peces, que sigan bebiendo en el río.