viernes, noviembre 28, 2008

Te invito a una mamada


Me ha resultado fácil olvidarte. Realmente fácil.Tan fácil como apurar el último sorbo de esa limonada que empezaba a resultarme empalagosa.

C'est fini. Ha sido tan fácil como escupir una espina de pescado clavada en mi garganta entre tos y sangre, tan fácil como sacar un conejo blanco de una chistera...

Quizá pienses que, si es así, seguramente aún te quiera, pero desconoces que soy una perra masoquista que sabe trucos de magia.No hay nadie bajo mis sábanas, y así es mejor. Prefiero jugar sola al escondite entre ellas, de modo que nadie me encuentre, de modo que nadie me asuste poniendo un gesto ridículo.De modo que nadie me pregunte por qué lloro, por qué quiero más, por qué quiero o no quiero.No quiero nada.

Tampoco poesía escarchada de azúcar y que en el fondo no dice nada. No dices nada. No me dices nada. Detesto las palabras cursis, nunca son sinceras. Aunque yo tampoco lo fui, y deberías estarme eternamente agradecido por ello. Pero voy a serlo un poquito ahora..¿sabes? tampoco me supo tan mal ese último trago, en serio, quizá un poco amargo, pero en eso consiste el amor: en apurar sorbetes, uno detrás de otro. Bocas, lenguas, líquidos pringosos de regusto agridulce, pajas y leche. Pornografía de una tarde de verano.Al final de todos y cada uno de ellos, siempre se te queda cara de gilipollas.
Te invito a un helado, o a una mamada, total, viene a ser lo mismo...
Y en el último trago, nos vamos.


lunes, noviembre 24, 2008

Murcia Overground

Este sábado 29 de noviembre Putilátex, Ana Elena Pena y Latex Dj. en la sala ON, en el tercer aniversario de la Revista Overground. A las 22:30!

miércoles, noviembre 19, 2008

FOTOS DEL MIRA UNA MODERNA 2008

Diana, pornoterrorista!
Shinny happy people
La Puti
Putilátex
Fan (Guille) con foto de mi primera menstruación ;)

My pussy's on fire!

lunes, noviembre 17, 2008

MUÑECAS RUSAS

Cuando era pequeña, mi padre me cogía de las manos y me hacía volar dando vueltas sobre sí mismo. Si ahora hiciera eso, seguramente se partiría el espinazo y yo me rompería los dientes contra el suelo.
Resulta descorazonador ver como los padres se hacen mayores y envejecen poco a poco, contemplar como van acumulando día a día pequeños achaques.

-Mi padre es el más fuerte del mundo!
-Mi madre es la más guapa del mundo! ....gritamos en el colegio a quien nos quiera escuchar.

Ahora es cuando entiendes por qué la gente tiene hijos, porque cuando todo a tu alrededor se marchita necesitas ver crecer algo más que las flores en las macetas.Recuerdo estar sentada con mi madre y mi abuela frente al televisor, una al lado de la otra. Mi abuela, grande y de carnes abundantes, mi madre, algo más delgada, y luego yo. Parecíamos matriuskas, esas muñecas rusas que van las unas dentro de las otras...hasta el infinito. Mi abuela parió a mi madre, mi madre me parió a mí, y yo ahora soy la última en la cadena de las matruiskas, la responsable de perpetuar nuestra línea de ADN mitocondrial, ese que sólamente pasa de madres a hijas. Dicen que todas descendemos de siete hijas de Eva, de siete madres:
http://www.revistafusion.com/2007/febrero/report161-2.htm
En cualquier caso, aunque se tratara de una teoría absurda como cualquier otra, pensar que cada una de nosotras es una pequeña matriuska en una cadena de miles y miles de matriuskas resulta mágico.

Cada día se rompen cientos y cientos de esas cadenas, en el momento en que una mujer muere sin haber traído una niña al mundo o bien sólo lo riega con varones.Mi abuela materna, la mayor de las matriuskas, murió hace poco. Al contrario que muchas de las mujeres de su tiempo, estudió una carrera, Farmacia, siguiendo una larga tradición familiar de profesionales entregados a la medicina (y al ejército, pues su padre, su abuelo y varios de sus tíos eran médicos militares), y se casó al poco tiempo con un médico, 14 años mayor que ella.
Mi abuelo tenía los ojos azules, y , en cierta forma, me alegro de no haberlos heredado. Los ojos en tonos azules, grises y violetas, son bonitos, pero me resultan fríos. Puedes perderte en una mirada así, sobre todo si te asusta el mar, si sientes vértigo ante la visión del cielo. Son inabarcables.En cambio, los ojos en tonos marrones y dorados son cálidos, seguros, como la tierra que pisamos y donde vamos a ser enterrados, a veces pardos y amarillentos, salpicados de motas verdes como la hierba fresca.
Los primeros fascinan, incitan a perderse, a evadirse, los segundos invitan a quedarse.
En el hospital, mantuvieron a mi abuela con vida durante unas innecesarias horas, enganchada a una máquina que la obligaba a respirar. Como una muñeca, se inflaba y desinflaba al ritmo de aquel aparato infernal. Me recordó a aquel día en que intentamos hinchar una colchoneta vieja y agujereada para bajar a jugar la playa. Soplábamos por turnos hasta desfallecer, y una vez creíamos haberla tensado, volvía a ponerse mustia y blanda poquito a poquito...
Así fue como tiramos la colchoneta pinchada que tantas alegrías nos dio a la basura. Con tristeza. Y así fue como enterramos a mi abuelita, con mayor tristeza aún, porque a una abuela no se la puede reemplazar con otra nueva. Ahora soy la penúltima matriuska.. en realidad la última, y cuando tenga que abrirme en dos entre terribles dolores, sangre y virutas de madera, espero que haya merecido la pena.

martes, noviembre 04, 2008

Duérmete niña

Luchas por mantener el equilibrio, y evitas a toda costa dejarte caer porque no sabes si habrá una red que amortigüe la caída. O unos brazos que te digan "shhh, no ha pasado nada" . Y si la hubiera, y si los hubieran, tampoco estás seguro de si serán los bastante fuertes como para aguantar tu peso. Y no sólo tu peso, sino el peso de todo aquello que tienes sobre la cabeza y que te dificulta la llegada al otro extremo de la cuerda. No sabes ni siquiera qué o quién te espera abajo.

¿"jugamos a las adivinanzas"?


La vida es como un desfile de moda en el que debes lucir tu propio diseño, tu propio vestido, un desfile en el que todo el mundo te mira y en el que todo el mundo te juzga. Hasta el último detalle. La pasarela es un tramo infernal en el que todos esperan que te caigas o que deslumbres.
Y hay momentos en que te flojean los tacones y te duelen los tobillos, no puedes andar, otra vez en la cuerda floja...
El miedo a tropezar y a despertar la risa o la lástima entre el público te hace sudar sangre, te obliga a detenerte y respirar de manera entrecortada. Puedes abandonar, si lo deseas ¿estás seguro?


Nadie se acordará de tí ni de esos escasos metros que recorriste solo. Otros esperan su momento tras las cortinas.


Tienes una opción mejor, puedes improvisar y atreverte a andar descalzo, puedes caer y levantarte como si nada ocurriera, con la cabeza bien alta y la mirada fija en ninguna parte. Vas a morir de todas formas, cuando todo aquello acabe... Vas a recibir aplausos y llantos, si lo haces bien. Pero no podrás escucharlos. De nada te importarán entonces las apariencias, pero acaba lo que empezaste, acábalo.
Intenta salir airoso de esta esperpéntica feria de las vanidades, aunque a cada paso te preguntes para qué y no encuentres respuesta.

Pregúntale a los cereales del desayuno, eso que te hablan cuando los mojas en leche.

Pregúntale a ese con quien te acuestas y que te abandona sin quererlo en cuanto cierras los ojos.

Si no quieres estar sola, es mejor que no duermas. Nunca. En el momento en que tus párpados se cierran como un pesado telón todo lo demás desaparece. Aunque te encuentres en el regazo de quien más adoras, piel contra piel, por mucho que intentes llevártelo contigo, se esfumará en cuanto te abandones al sueño.

Nadie puede penetrar en tus pesadillas como un superhéroe dispuesto a luchar contra tus monstruos y a salvarte de morir ahogada en un tsunami. Tampoco puedes enseñar a nadie tus jardines secretos llenos de plantas gigantes, ni enseñarle a volar tomándole de la mano. No podeis robar golosinas cuando detienes el tiempo y la ciudad se queda dormida, ni puedes mostrar tus poderes mágicos, cómo das la voltereta hacia atrás y cómo te vuelves de goma.
Cierras los ojos y los demás son sólo un reflejo de lo que hay ahí fuera. No existen.
No es justo, y tú lo sabes.

Pero ahora déjame tranquila, y por favor, no me despiertes. Aunque ni siquiera se donde voy a dormir esta noche.