Somos nuestros errores y nuestros horrores, cara a cara, sin filtros. Pero somos muchísimas cosas más. Recuerdo especialmente mi etapa más jodida, entre los 20 y los 23 años, cuando me autolesionaba e iba con los brazos llenos de cicatrices, y en todos mis cuadros aparecían muñecasmutiladas o crucificadas. Recibía anónimos maliciosos, llamadas extrañas… Me quedó claro que hay gente que disfruta demonizando a ciertas mujeres que se salen de la norma o que resultan sospechosas, oscuras o incluso poderosas de modo latente. También hay quien espera ver a estas mujeres finalmente haciéndose pedazos, hundiéndose. Conocí muy malas personas en esa época, directa e indirectamente. Pero he salido adelante, además haciendo siempre lo que me salía del coño. Sin victimismos ni historias. Miro atrás y pienso, “joder, ¡menudo viaje! Puedes leer la entrevista completa aquí: