miércoles, marzo 16, 2011

A esas que me miran mal
Porque cambio de collar tan fácilmente como cambio de dueño,
y aún así sigo corriendo libre.

Porque al no encontrarme saciada,
fui infiel a algún hombre (y lo disfruté)

A esas que me señalan
porque estando fuera de mí
he dicho cosas horribles,
como una camionera
endemoniada,
sin atisbo de delicadeza.

Como una verdulera
deslenguada,
sin educación ni vergüenza.

A esas que vigilan cuando entro y cuando salgo.
Y que encuentran sospechoso lo que digo o lo que hago…

En mi defensa les diré:
Que nunca me he acostado con el novio de una amiga.
Que nunca llevo ropa demasiado ajustada,
ni enseño mi ombligo
para que me miren los hombres
que no he de beber.

Que a veces yo también siento envidia, y me resulta tan vil que
me la sacudo de la cabeza como si fuera un piojo molesto,
para convertirla en admiración.

Que la vanidad no me ciega, y puedo ver con claridad cuales son mis defectos.

A diferencia de ellas.

A esas, que tanto me temen, les digo hoy que algo tienen de razón.
Porque muerdo.
Araño.
Miento.
Amo.
Doy pena a veces.

Pero pueden estar confiadas. No robo. No mato. No recelo. No propago falsos rumores. Soy agradable en el trato, leal y afectuosa.  

Pueden dejar a sus hombres a solas conmigo.
Estén tranquilas.

Nunca chuparía nada que hubiera entrado y salido de sus antojadizos y traicioneros coños.

...

1 comentario:

Oir La Caracola dijo...

Leyendo tu entrada me he dado cuenta de que en esta ciudad tan mariana que me rodea esas "vigías de occidente" que tan bien describes suelen estar enrejadas detrás de ventanas camufladas por geranios. Me he acordado del verso de una canción que dice:
entre esas personas y yo hay algo personal.

No podría imaginar mejor manera de empezar la primavera que leyéndote.