martes, febrero 09, 2010

ME PONES ENFERMA


Se acerca San Valentín y tú estás haciendo las maletas, por dentro…recogiendo tus cosas, plegando tu ropa y preguntándote hacia dónde soplará el viento esta vez.
Siempre acabas cogiendo un billete de ida y vuelta, no quieres arriesgar, así que todo acaba en el mismo lugar donde empieza.
Te enfadas porque siempre te gustaron las celebraciones, pero olvidas que cada día hay que celebrar algo. Incluso estar desenamorada merece una gran celebración, al fin y al cabo te da la oportunidad de volver a enamorarte de nuevo.

Quieres irte de puntillas, sin hacer ruido, pero sabes que al final tropezarás con algo y tendrás que excusarte…y no sabrás que decir. Explicarás que necesitas estar sola….y eso sabes que no es cierto. Lo que deseas es que te bailen las tripas, que te besen con ultraviolencia, que dos manos parezcan ocho, y que cuatro ojos parezcan dos mirando en una sola dirección.

Abrirte de piernas y cerrarlas con un nudo mortal. Siempre tú. Siempre mío. Siempre tuya. Pero sin distinguir nunca quién es la víctima y quién el depredador. El amor te pone enferma. La fiebre te hace delirar de forma intensa. Pero el delirio es tan intenso que venderías tu alma por estar siempre convalenciente.
Nada más cerrar la maleta, todo se vuelve descolorido, opaco, aburrido, carente del menor interés, y tú pareces una veterana de guerra, mutilada, desencantada y temerosa del mundo.

Es entonces cuando él te dice:

-“No te vayas..Te compraré bombones, te dedicaré una postal, te haré un regalo, te llevaré a cenar, te diré que te quiero, y cuando se te pase la tontería, ¡hablamos!” -


:-/

http://www.facebook.com/pages/Ana-Elena-Pena/77178033591?ref=ts

1 comentario:

La Petite Coco dijo...

Uf! esa necesidad constante de tener mariposas revolotenado en la boca del estómago... ojalá pudiese ser colmada de alguna manera!!
Hace poco, en verano, sentí algo increible... No eran ya tan sólo diminutos insectos aleteando inocentemente, era directamente una estampida de enormes elefantes pisoteando mi tripa, subiendo por el esófago, hasta llegar a la garganta. Joder! me asusté y todo!! pensaba que me iba a dar un infarto!!!
Pero, como siempre, la manada acabó por irse, así que immediatamente después, también como siempre, quería más, quería la saciedad! pero al leer Roland Barthes entendí que no podría encontrar la felicidad al conseguirla, sino que el delirio está en perseguir esa saciedad.
Una amiga mía dice que no podrías vivir siempre enamorada, que acabarías loca porque ese estado de agitación corporal y mental acabaría con el cuerpo si fuese siempre perpetuo. Creo que tiene razón...