Hoy vamos a hablar del uso de animales muertos en el arte de vanguardia. A lo largo de la historia podemos encontrar interesantes referentes clásicos que tienen su mérito más bien en la representación, como el “Buey faenado” de Rembrandt (1640), y más tarde el “Buey desollado” de Chaim Soutine, (1929) y el de Delacroix, en claro homenaje a este primero, entre otros muchos pintores que encontraron en la muerte la pieza clave de su inspiración, retratando no sólo piezas de matadero, sino también mártires agonizantes en éxtasis, atravesados por flechas como el glorioso San Sebastián, cabezas amputadas de mirada ausente, como la de San Juan Bautista reposando en bandeja de plata bajo la mirada perversa de una Salomé triunfante, lanzas atravesando los pechos ya sin vida de personajes históricos, y así un largo etcétera de representaciones de crímenes, muertos y no tan muertos que pueblan nuestra imaginería tanto religiosa como profana.
La representación de actos truculentos, encubierta bajo la excusa de mostrar crímenes históricos y con el objeto de aleccionar moralmente o mostrar las hazañas de nuestros héroes, ha sido una constante a lo largo de la historia de la pintura, y es una prueba tangible de la fascinación del hombre por la violencia. Claro, que una cosa es representar el cadáver y otra utilizarlo directamente. La materia muerta tiene tanto de abyecta como de sagrada en nuestra cultura occidental, trátese de humanos o de animales domésticos. Ahí radica la diferencia, y con ellos llegó el escándalo. Como ya hemos dicho en la introducción, no son todos los que están pero si están todos los que son, que, en este caso, son muchísimos más, los que trabajan con residuos animales, que los que lo hacen con personas, entre otras muchas cosas por la facilidad para encontrar el “género,” y porque los debates y controversias éticas y morales que suscitan son de menor (o ninguna)gravedad. Todos hemos tenido animales muertos, o partes de ellos en nuestras neveras, en nuestros congeladores. Las cabecitas degolladas de los corderitos nos miran con ojos inquisidores desde el escaparate de las carnicerías,los langostinos nos suplican-“llevadme a caaaasa”- los tiernos lechoncillos destripados parecen dormir tranquilos sobre el mostrador, los brillantes y rosados conejos desollados no miran el reloj con prisa como aquel de Alicia en el país de las Maravillas, “Llego tarde, llego tarde…!, los pollos y codornices desplumados aguardan su turno, como todos los que esperan allí… No saben lo que les deparará el futuro, quizá una rica paella, un guiso de la abuelita, unas empanadillas, una barbacoa como la de Giorgie Dann, con sus choricitos parrilleros…o, quien sabe, quizá les sorprenda la fama, quince minutos de gloria, o más….
Quizá,la sala de exposiciones, el dudoso honor de ser convertidos en carne de museo (literalmente). Pero no hay que olvidar en ningún momento que el asunto cambia bastante cuando se trata de animales domésticos, como perros y gatos, por su proximidad afectiva al hombre. Aunque estas preferencias varían en respuesta a cuestiones culturales(en la India son sagradas las vacas y en China se comen a los canes.) En nuestra sociedad occidental el tabú se cierne en torno a los considerados animales de compañía (perros, gatos y aves mas o menos exóticas)que conviven con nosotros entregándonos un cariño incondicional basado en un principio de naturaleza empática, y que en ocasiones son un sustituto razonable de las relaciones humanas, más complejas pero a la vez más engañosas y sujetas a artificios y condicionamientos, menos puras.
A los animales se les compra, se les vende, se les diseca, se les tortura, se les utiliza para diversos experimentos científicos, en cosmética, farmacia, medicina y biología, entre otros. Con ellos nos hacemos abrigos de pieles, zapatos, bolsos, cinturones, chaquetas y sombreros. Todos hemos lucido alguna vez sobre nosotros restos de cadáveres de algún animal, pero,¡ay!, cuando alguno se atreve a traspasar las fronteras del uso privado y fundamentalmente gastronómico para convertir el cadáver en algo público, manipulándolo y transformándolo, de repente todo el mundo, presa de la indignación y del más falso sentimentalismo, se lleva las manos a la cabeza....
Y no me refiero exclusivamente a los ecologistas y a las protectoras de animales, sino al ciudadano de a pie, al mismo que lleva botas de piel de cocodrilo, devora hamburguesas con ketchup y se divierte los fines de semana con el tiro al pichón o yendo de pesca. Porque a veces, el caso es quejarse, aunque en realidad no nos importe demasiado, ni estemos dispuestos a comprometernos fielmente con ninguna causa, quejándonos y desaprobando quedamos bien, es más que suficiente.
La amarga sensación de insatisfacción continua que genera nuestra hipócrita y vertiginosa sociedad de consumo nos impide disfrutar de lo que ya tenemos, instándonos a envidiar lo que tiene el otro, o lo que hace mejor el otro y siempre, siempre, querer más. Critica, que algo queda, no dejes títere con cabeza, el caso es no estar conforme con nada, inconformismo porque sí, porque es lo que se estila, porque es moderno, es “cool” y nos obliga a reafirmarnos en nuestro deseo de querer siempre más, con la paradoja añadida del conformismo borreguil que mostramos en casi todos los demás ámbitos.
A continuación veremos unos pocos ejemplos, los que me han parecido más relevantes en términos estéticos y han causado mayor impacto social, y quien sabe, quizá después de esto nos lo pensemos antes de llevarnos a la boca un muslito de pollo del Kentucky Fried Chiken. Quizá nos guardemos los huesecitos para fabricar el esqueleto de Barbie Anorexia. Al precio que están las cosas es mejor no desechar nada que nos pueda ser útil.
“It`s raining cats and dogs”.
Las caprichosas crucifixiones de MILO SACCHI
Cuando el cursi de Piolín decía eso de “me pareció ver un lindo gatito”, probablemente no se refería a ninguno de los que posan para Milo Sacchi. Mininos y algunos perros atropellados que recoge de la carretera, luego son disecados y atravesados con largas varas de metal formando sorprendentes composiciones de cuerpos felinos en cuyos rostros desencajados se advierte la mueca de la muerte con su sarcástica risa, o quizás es un grito, un grito de horror que les lleva hasta el paroxismo. Irreverentes y dotadas de cierto halo místico y religioso, algunas de sus obras nos recuerdan a las crucifixiones de Francis Bacon, donde mostraba con toda la crudeza posible esos cuerpos desollados, descarnados, despojados de toda dignidad humana. Bacon asociaba la crucifixión con imágenes de mataderos y carne doliente, y niega el aspecto consolador y redentor que la cultura cristiana pretende otorgarle.
Su infancia fue muy desgraciada,(la de Bacon) su padre le propinaba soberanas palizas por su condición de afeminado y homosexual. Su experiencia sacando cadáveres de edificios bombardeados en Londres durante la Segunda Guerra Mundial sin dudá marcó su desgarrada imaginería de cuerpos en los que late con fuerza la carne y sus truculencias. Bebedor, jugador compulsivo y con tendencias a las experiencias sexuales sadomasoquistas, su vida fue un exceso en todos los sentidos. Las connotaciones de sufrimiento y tortura que posee la imagen convulsa de Cristo en la cruz produce escalofríos, más allá del componente de heroicidad y la posibilidad de redención que esta sugiere. La muerte de Jesucristo fue espantosa, tal y como nos la cuenta el psiquiatra forense Jose Antonio García Andrade en su libro “Crímenes, mentiras y confidencias”. Según el, nuestro redentor “sudaba sangre” a causa de una hematohidrosis, un cuadro que aparece en estados de gran estrés o alarma, que cursa con sudor hemático. No se atravesaba la muñeca, como creían, por miedo a que la rotura de la arteria radial, la del pulso,causara una muerte rápida por desangramiento. Murió asfixiado después de horas de suplicio. El cansancio provocado por los azotes, los golpes y la postura hunde el cuerpo, pendiendo este de los brazos lo que supone un cuadro de asfixia. La víctima trata de erguirse para respirar en una interminable situación de asfixia dolor-defensa. La creencia en el perdón de los pecados a través del dolor que nos ha legado el dogma religioso aún late en nuestro inconsciente y es la base de muchos de nuestros comportamientos, de muchos de nuestros trastornos psicológicos como la autolesión infligida y de desviaciones sexuales extremas como el sadomasoquismo. Todo eso proviene de Dios, y si viene de Dios, bueno es. ¿no?
ANTONIO BECERRA- ¿el mejor amigo del perro?
Este artista de origen chileno recoge perros muertos que encuentra en la carretera (al menos eso es lo que dicen todos). Los lleva a su casita, y haciendo gala de sus estudios de taxidermia, los embalsama, los pinta y barniza con diferentes pigmentos y los atraviesa con clavos y alfileres. Tanto defensores de animales como distintas personalidades políticas mostrarón su indignación y repulsa hacia estas manifestaciones, criticando duramente la exposición. Becerra se defendió alegando que su propósito no es otro sino denunciar la crueldad y el maltrato a los animales, en especial a éste el mejor amigo del hombre. con una estética en la que mezcla varias disciplinas, la enfermería, la escultura, la pintura, y por qué no, la carnicería. Si tenemos en cuenta que en un país como Chile están prohibidos el divorcio y el aborto, con el retraso que eso supone, nos podemos hacer una idea de la conmoción que les causarían los animales disecados de Becerra. En muchos de ellos se pueden advertir con claridad los golpes y las malformaciones causadas por el choque de los automóviles. Muchas personas no tienen escrúpulos para atropellarlos pero les ofende enormemente verlos disecados en una sala de exposiciones. Es la doble moral de la que tanto hablamos y a la que todos nos acogemos de una u otra forma, por gracia o por desgracia.
DAMIEN HIRST: rebelión en la granja
A principios de los 90, un grupo de jóvenes artistas que residían en el barrio de Shoreditch, en el East London, pusieron patas arriba el arte conceptual inglés con sus escandalosas obras, que a pesar de ello acapararon varios premios Turner. Apodados los “enfants terribles” del arte conceptual inglés, estos “Young British Artists” consiguieron poco a poco un reconocimiento internacional. Sus nombres, Mona Hatoum, Tracey Emin, Sam Taylor y el caso que nos ocupa, Bacon Damian Hirst. Nació en Bristol (1964), además de haber formado parte de una banda de pop llamada “Fat Les”, que logró ocupar uno de los primeros lugares en los rankings ingleses de los noventa con uno de sus temas (“Vindaloo”), y de haber realizado un vídeo-clip para el internacional grupo “Blur”,”Country House”, Damian es famoso por sus instalaciones que tienen como protagonista la materia muerta. Vitrinas asépticas con esqueletos de animales crucificados y con los ojos separados del cuerpo, cadáveres humanos cubiertos por sábanas blancas en las que reposa un suculento sandwich, estanterías repletas de miles de fármacos distintos con nombres de comida, todo un ejercicio de “humor negro”, artísticamente hablando. La primera exposición con la que empezó a adquirir cierto nombre fue “Freeze”, en 1988, un show colectivo de alumnos del prestigioso Goldsmith´s College de Londres, que le ligó a su actual mecenas, el millonario Charles Saatchi. Una de las primeras obras que le hicieron famoso fue “La imposibilidad física de la muerte en alguien vivo”(“The Physical Impossibility of Death in Someone Living”) cuyo título ya es de por sí bastante explícito.
La pieza fue expuesta en la galería del coleccionista Charles Saatchi, y consistía en un tiburón de cuatro metros de largo metido en una gigantesca pecera de formaldehído, un líquido que conserva los cadáveres, aunque cuentan que el cuerpo en sí ya mostraba ciertos signos de putrefacción y mostraba una de sus aletas descolgada. Entre otros animales partidos y diseccionados, figuran un cerdito en dos mitades, y una vaca y su ternero, a los que colocó por separado, también suspendidos en formaldehído, y a los que tituló “Madre e hijo”. Esto le valió el premio Turner. Aunque pretendía expresar el dolor de una madre que ha sufrido la separación de su hijo y denunciar el maltrato a los animales con estas obras, muchos detractores opinaban que con sus actos despojaba a los animales de toda dignidad, buscando la polémica y el escándalo para darse publicidad. Los cuerpos que utiliza están ya muertos, aunqeu se desconocen las causas. Ni siquiera tenía amplios conocimientos de conservación de cadáveres previamente, tienen que inyectarles todas las semanas y limpiarles el estómago utilizando máscaras y trajes sépticos, porque el líquido en el que flotan se vuelve marrón con el proceso de descomposición. La revista “Esquire” le dedicó en 1994 seis páginas, mostrando la cabeza de un cerdo partida en dos mitades. Ese mismo año, los cadáveres de una vaca y un toro copulando flotando en formaldehído, a los que tituló “Pareja muerta follando dos veces”, fue prohibida por las autoridades de Nueva York. No es la primera vez que tiene problemas de este tipo, en una ocasión no le dejaron pasar por la aduana una vaca muerta hasta que no convenció a las autoridades de que no la requería para fines alimenticios sino para fines artísticos, todo esto, claro en pleno apogeo de la fiebre de las “vacas locas”. Bien es cierto, que, aunque ha contado con numerosas críticas, también ha sabido rodearse de gente influyente en el mundo del arte que le ha apoyado, incondicionalmente o no, en sus cometidos. Como por ejemplo director de la galería White Cube, Jay Jopling, fue su descubridor y quien puso en el toda su fé para relanzarlo internacionalmente a la fama, (aunque de eso ya se encargó debidamente la prensa sensacionalista), y el publicista Charles Saatchi, poseedor de una gran colección de arte. De Damien se cuentan varias anécdotas, unas divertidas y otras no tanto, como cuando las mujeres de la limpieza barrieron una obra suya hecha con basura reciclable creyendo que eran desperdicios, en un museo de Nueva York. La obra estaba desparramada para dar la impresión de caos, y en total, dos millones y medio de dólares acabaron en los contenedores, algo que a él no dejó de parecerle divertidísimo. Lo que seguro no le produjo ninguna chanza fue la demanda que le impuso una actriz amiga suya que le acusó de penetrarla con un hueso de pollo en una función teatral. Su fama de exhibicionista también le persigue, pero nunca sabremos con certeza donde empieza y donde acaba la parte de leyenda o mito que se cierne sobre los artistas del escándalo, tan susceptibles de ser víctimas del escarnio público. Ha diseñado portadas de discos y ha hecho publicidad para British Airways, además de ser creados de algunos vídeos experimentales de carácter autobiográfico.
De artista maldito a “super-star”
Lo cierto es que Damien Hirst no sabe dibujar, ni sabe pintar, sus coqueteos con la pintura solo causaron indiferencia, limitándose más tarde a elaborar algunos cuadros basados en puntitos de colores y otros motivos decorativos con cierto aire pop pero desprovistos de todo interés salvo el decorativo. Por ello se decantó por el arte conceptual, haciendo gala de un gran sarcasmo e insistiendo sobre la idea de la decadencia corporal, buscando premeditadamente impactar en público haciéndoles pensar y cuestionar sus imágenes, mediante un juego de sugerencias que en ocasiones son más bien evidencias, provocando la mayoría de las ocasiones repulsión, asco o sorpresa, aunque en ocasiones su arte conceptual solo provoca indiferencia. Sus obras han sido expuestas en Europa, América, Corea y Australia, con gran éxito y afluencia de público, pero este abrumador éxito genera severas dudas, teniendo en cuenta el modo en que Damien saltó a la fama convirtiéndose de la noche a la mañana en una auténtica “pop-star”. Hay que tener en consideración que mucho antes de que Hirst fuera alabado y avalado por la crítica y apoyado por el marcon institucional (museos, galerias, etc…), fue avalado por el dinero del excéntrico millonario Charles Saatchi, que adquirió sus primera obras a precios desorbitados. Saatchi, coleccionista de arte, supuestamente un “entendido”, de repente se fija en lo que el considera un joven talento y valora sus obras en miles de dólares. Inmediatamente esto llama la atención de las instituciones, si es tan caro, será que es “bueno”. Entonces ya Hirst se incorpora a otro circuito en el que más que arte lo que se mueve es dinero, el del coleccionismo, el de las galerías, lo que es caro vende, su valor artístico reside en su peso en oro, y solo unos pocos privilegiados pueden acceder a tener una joya así valorada en miles de dólares. Tener dinero no es sinónimo de tener buen gusto, más bien suele ser lo contrario, pero una obra valorada en esas cantidades es un lujo que algunos privilegiados se pueden permitir y pueden además presumir de ello, aunque se trate de un zurullo dentro de un frasco(como el de Piero Manzoni). Si ese frasco vale su peso en oro, ¿como no nos va a enorgullecer lucirlo en la repisa del salón mostrando así nuestra opulencia, para envidia de nuestras amistades menos favorecidas económicamente?.
Damien Hirst se convirtió así en una estrella, Saatchi llegó cual hada madrina y con su varita mágica le volvió rico y famoso, poniendo su nombre en boca de todos. Esta vorágine de poder y dinero en la que se vio inmerso de repente, no hizo sino desvirtuar el verdadero sentido de su obra, y el mensaje que supuestamente lleva implícito en sus registros. Cualquier cosa que haga a partir de ahora causará recelo y desconfianza. Además, puede permitirse el lujo de delegar el trabajo duro en otros, sin mancharse ni ensuciarse de pintura o esquivar las virutas de madera. El sólo pone el concepto, define el proyecto, y el dinero hace el resto. Sus piezas pasan por las manos de otros, que son los que se encargan de realizarlas en última instancia: carpinteros, cristaleros, herreros, etc… Esto es algo que solo se pueden permitir unos pocos privilegiados, y sin duda es el sueño dorado de muchos artistas conceptuales de nueva generación. Si lo que prima, lo verdaderamente importante, es el concepto, ¿que más da quién lo lleve a cabo?. El esfuerzo físico resta tiempo y energía a los iluminados. El trabajo duro, si es posible, se deja para los demás. La teoría del “aura” de la obra de arte está ahora más que obsoleta.
2 comentarios:
Tengo otro artículo dedicado en exclusiva a Von Hagen, pero tengo q actualizarlo porque lo escribí hace año y medio y ahora el señor ha hecho más cositas. Quizá lo cuelgue la semana próxima...estos días estoy algo perrrrra.
Ana:
Acabo de descubrir tu blog por casualidad...qué buen artículo, ya sé que es algo que debí haber leído hace dos años, pero sigue siendo muy bueno, es increíble ver -sobretodo en Inglaterra- como Hirst es endiosado por los 'entendidos' en el mundo del arte y todo gracias a su relación económica con Saatchi.
Saludos
Carolina
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