miércoles, noviembre 25, 2009

CABARET EN DICIEMBRE Y ENERO

12 de diciembre sábado en Valencia: Recital acústico en La Pepita.
Concierto para frígidas: Cabaret de humor.
23:45 (mercado Fuencarral). Avenida Tirso de Molina 16 (campanar) Podeis cenar y reservar mesa en su web:

19 de diciembre Sábado en Madrid: La noche X en Café La Palma, empezando a las 22:30 con Diana Pornoterrorista + Concierto Cabaret eroticómico-Marujo-Pornocañí con Juli al teclado. Dj y precio de entrada por confirmar.

16 de Enero Sábado en Valencia: En Magatzems a las 20:00- C/Turia 53. Recital acústico Porno-chic junto a Camilo Pornostar. Entrada simbólica 3 euros.

SUSPENDIDO EL CONCIERTO EN MURCIA DEL 21 DE ENERO

(Nota: Sobre Ana Elena Pena y compañía: no hacemos porno real, hacemos parodia, música, desparrame, descalabros mentales, malabarismo emocional y....bueno, sí, un poco de pornografía sentimental)
Si alguien quiere estar informado al detalle de conciertos, shows, ver vídeos y fotografías o quiere hacerse fan fatal, pueden apuntarse al siguiente grupo de facebook :


lunes, noviembre 02, 2009

AVARICIA POR LA SILICONA


Creo que hemos sido invadidos por una nueva raza de seres inflados por la avaricia sexual y oxigenados hasta en sus partes más pudendas. Valencia, además, es uno de las ciudades de España donde más operaciones de cirugía plástica se realizan. Por mi trabajo, tengo que tratar con cientos de mujeres, y todavía no he visto ninguna a quien le siente bien este tipo de intervenciones, o se pasan o no llegan, pero por lo general, se pasan. Un poquito está bien, un muchito ya no tento. Debe ser una enfermedad, una especie de dismorfobia, o dismorfofobia(como la que sufren las anoréxicas con respecto a su peso) que les hace querer más, ponerse más, y nunca acaban de verse bien hasta que están a punto de reventar, deformes y sin ningún rastro de humanidad en el gesto. Camareras de discotecas “fashion”, go-gós, pijas y señoronas, son víctimas fáciles de este tipo de excesos. La competitividad entre hembras, el ansia de destacar, de ser la más voluptuosa, la más sensual… al final tiene, como todo, un reverso siniestro, mutar en muñeca chochona, y lo que es peor, ser igualita a las demás.
Tanto creerse diferente, especial, única (como rezan muchas en sus perfiles de Badoo, donde compiten por la atención del macho ensayando poses sexys), para, al final, ser como todas, rubia o morena, clon de “Sonia y Selena”. Barbies de saldo.
La edad se difumina…las miras con atención y bien podrían tener entre 25 y 50 años. Se operan tan jóvenes que ya a los 25-30 parecen cuarentañeras retocadas, con la piel ajada del abuso de los rayos uva. Nariz respingona, frente estirada e inexpresiva a fuerza de bottox, cejas depiladas en su mínima expresión, morritos de rape (pescado) y unas tetas que podrían partir sandías. La psicomorfología nos dice un labio superior más grueso que el inferior, es habitual en personas bondadosas (fijaros en los personajes de dibujos animados), y eso es lo que les da algunas de nuestras divas de la silicona una expresión entre boba, inocente y benévola (aunque en realidad estén deseando tirarte ácido en la cara para desfigurarte). Este efecto dependerá también de la forma de las cejas. Cejas picudas y boca ñoña, raro, raro, raro....

Desde tiempos inmemoriables, la hembra siempre ha intentado destacar, incluso falsear sus atributos para atraer al sexo opuesto. Mediante maquillaje, rellenos, postizos, fajas, y otras pequeñas trampas. Unos labios gruesos (naturales), indican una naturaleza sensual, pues se encuentran en la zona del rostro que regula los instintos. En la mujer, unos labios demasiado finos pueden indicar austeridad, avaricia, moderación de los apetitos, timidez, o incluso crueldad. Y eso hay que disimularlo. Cuando el hombre pasó de ir a cuatro patas a ser bípedo, los pechos tomaron más importancia que el trasero, pero vamos, puestas a inflar, inflamos la delantera y la trasera, y ya tenemos la forma femenina de “alubia” que tanto fascinaba a Robert Crumb. Una cabellera escasa puede ser una señal de mala salud, así que, pongámonos extensiones, una melena generosa y leonina siempre es hermosa.
¿Lo hacemos para gustarnos a nosotras mismas, o para atraer al sexo opuesto? Estamos más programados para la reproducción de lo que creemos. Esta imagen de falsa voluptuosidad emite señales erróneas, o cuanto menos, equívocas. Nos dice por un lado: “Mírame, mírame, soy sensual….saludable, complaciente y fértil”, pero también dice “no tengo seguridad en mí misma, no me gusta mi cuerpo tal y como es, necesito destacar sobre el resto de las hembras, demostrar que puedo ser más sexy, porque si no soy una mujer sexy, ¿entonces qué soy?”

La cirugía estética se utiliza para mejorar, porque es muy lícito recurrir a ella para ajustarnos a los patrones de belleza establecidos, para paliar los efectos del tiempo, para alimentar la autoestima, para aumentar, disminuir, pero parece que se utilice para caricaturizar, para exagerar, para llenarnos de bultos que no necesitamos y desfigurarnos la cara. La cultura del exceso nos está llevando al esperpento. Y aunque la mona se vista de seda, mona se queda. La cirugía, en realidad, sólo puede funcionar cuando hay una buena base sobre la que operar. Puede limar una nariz, eliminar unas arrugas, aumentar unos pechos o unos labios, pero la belleza es una cuestión de armonía, no de detalles sueltos. La armonía de un rostro está en la correlación de sus receptores, en las que entra la distancia entre los ojos, la nariz y la boca y sus tamaños. Y esto viene determinado por la forma del cráneo. Forma que, obviamente, no se puede cambiar, a menos que te den un disparo en la cabeza. La cirugía no es la panacea, no puede simular un cuello de cisne ni hacer que unas manos toscas parezcan estilizadas y elegantes. Puede levantar unos párpados, pero no puede agrandar unos ojos para hacerlos bonitos ni separarlos si están muy juntos. Puede inflar y desinflar unos labios, pero no puede hacer una boca más grande o más pequeña. No puede hacer ancha y redonda una frente, o suavizar una mandíbula prominente. Tori Spelling es el vivo ejemplo de que ni los mejores especialistas pueden convertir a cualquier patito feo en un bellezón.

Pero si no es así, si no somos bellas, delgadas, sensuales e imponentes ¿importa tanto? Si ellos no son fuertes, musculosos, con una mata de pelo sobre la cabeza y un pene descomunal…¿no tiene sentido vivir?

Para muchos, sencillamente no. Cuando nadamos en el materialismo, cuando se pierde la fe, se vaga sin rumbo. Una mujer sin alma, un hombre que no va a trascender, sólo tienen un cuerpo. Sólo nos queda el cuerpo. No basta con la personalidad que tenga uno o lo bondadoso y especial que sea. Porque no tener dinero significa no tener comodidades, no poder mimarlo (el cuerpo) y cubrirlo de lujos, no poder remediar o disimular el paso de los años sobre él, no poder reproducirse , que es la única manera de trascender que nos queda…Bueno, reproducirte siempre puedes, pero malviviendo de ayudas del estado. La poesía, la cultura, el arte, la música, los placeres de la imaginación y la fantasía, es lo más “elevado” y lo más parecido a Dios a lo que podemos aferrarnos para escapar del sinsentido del cuerpo, el dinero y el sexo. Y aún así, muchos lo desprecian, inmersos en la espiral del músculo , la silicona y los bolsos de Vuitton.
Ahora bien, por esta construcción lógica, los individuos bellos son más inteligentes, o deberían serlo:
- Los hombres inteligentes tienen un estatus superior.
- Los hombres con estatus superior eligen a las mujeres más bellas -
- La inteligencia es hereditaria.
- La belleza es hereditaria.
Conclusión: los individuos bellos tienen que ser también más inteligentes. <:-D
Pero basta con darse una vuelta por las redes sociales donde se exhiben los ejemplares más vistosos, echar un vistazo a sus perfiles plagados de faltas de ortografía, destilando imbecilidad y vanidad por todos lados, para darnos cuenta de que el mundo cambia y no sabemos hacia donde se dirige. Bueno, si alguien lo sabe, que me lo explique, que yo cada vez lo entiendo menos. Para acabar, os recomiendo encarecidamente estos libros, “La ciencia de la belleza”, de Ulrich Renz, y “Síndromes modernos”, de Juan Carlos Pérez Giménez. Y estas páginas, aunque reconozco que los administradores son veces demasiado crueles e incisivos con los divos y divas. Pero recuerden, ¡esto se reduce a una lucha por la supervivencia, y cada cual pelea con sus propias sus armas!
Aunque, sinceramente, no creo que ninguna/o de mis lectores se pueda dar por aludido con este texto, por si acaso hay alguna diva entre nosotros, lo primero mis disculpas. Hoy me levanté gruñona. Y después, mis recomendaciones, que entonces son: Revista Cuore (disfruten de los aaaaarghs) y “El diablo viste de Prada”, porque el manido“Código da Vinci” ya se que lo habreis leído, pero sólo por decir que habeís leído algo que todo el mundo ha leído y que por eso, se supone que es bueno. Sigan devorando best-sellers, sigan escuchando la música que les dicen que hay que escuchar, sigan emulando a las celebrities, y sigan comiendo mierda, que millones de moscas no pueden estar equivocadas. Los demás, pobres mortales, que nunca llegaremos a ser tan "fashion" pero sabemos conjugar el verbo “haber”, estaremos por aquí y por allá, intentando arreglar el mundo. Y esperando que nos quieran tal y como somos, no tal y como queremos ser.