miércoles, agosto 11, 2010

RECUERDA MI NOMBRE

Me cansé de esperarte. Me cansé de llamarte y encontrar el teléfono apagado, de los “quizá”, de los “no tengo tiempo” y de los “cuando pueda”. Pero sobre todo, me cansé de desperdiciar mi tiempo, mi juventud, mi aliento, y la desnudez de estas carnes que rugen de hambre.

Así que cuando se cerró la puerta tras de mí salí corriendo con mis zapatillas rojas, como hacen las locas, pero las locas de verdad, las endemoniadas, las ausentes, las perdidas. Las que lloran y ríen a la vez, las que muerden, las que sufren, las que aman, ¡las que viven!
Y dispuesta a no parar de bailar, de correr y de saltar hasta caer muerta sobre el asfalto.
Me rompí el vestido, pisé todos los charcos sin importarme el barro ni la censura, abracé a todos los hombres, me emborraché, grité, canté, silbé, me subí a un carrusel, lancé monedas a una fuente y me bebí la noche de un sorbo.

Hasta que, frente a la puerta de tu casa, caí de rodillas, extenuada, dejándome la piel en carne viva.

Te llamé por última vez, pero descubrí que mi voz era débil.

Quizá no me escuchaste, o quizá no quisiste hacerlo, como otras tantas veces. Nunca estás para los primeros auxilios.
Con gran esfuerzo, me levanté y seguí bailando, entre sangre y sudor, hasta que alguien gritó mi nombre, y yo, dando un triple salto mortal, caí en sus brazos y sentí tal alivio que al fin descansé.

No eras tú.

Me llevó a casa, me metió en la bañera y nunca me supo el agua tan tibia. Entre burbujas de jabón, me dijo todo lo que necesitaba escuchar, y se quedó conmigo. Puso la boca allí donde me habías clavado tu aguijón, y succionó hasta sacar todo el veneno. Deshicimos la cama una y otra vez, encajando el uno sobre el otro de mil maneras distintas, como las piezas del Tetris, y lancé las zapatillas rojas por la ventana por si alguien más las necesitara para bailar hasta desfallecer (huyendo de un amor paralizante, estéril y sin mercromina en el botiquín)

Ahora en cambio eres tú el que no cesa de llamar, pero lo siento, ya no puedo atenderte, estoy ocupada. Muy, muy ocupada. Y de hecho, voy a estar ocupadísima durante el resto de mi vida.